Vivimos un momento en que todo es efímero, las relaciones, los trabajos, las noticias, la comunicación, hasta la amistad o el amor… Con una sensación de que todo va muy rápido, que corre demasiado deprisa, que cuando menos te lo esperas todo se desvanece, que hay que correr porque de lo contrario, no llegas. Que ya es demasiado tarde para ti, que hay que ser el primero aunque eso no implique ser el mejor, que si no te subes a un tren lo pierdes, como si solo hubiera una oportunidad…
Esa carrera contrarreloj sin saber muy bien hacia dónde, esa prisa por llegar sin ni tan siquiera saber si te gusta el destino; ese creer que vamos de vuelta cuando no hemos hecho ni la mitad del camino, ese creer que lo sabemos todo sin ser conscientes de que estaremos aprendiendo hasta el día que nos vayamos, porque, de lo contrario, es que ya estaremos muertos; ese querer tenerlo todo controlado cuando lo único cierto es que todo es incierto, esa rueda de hámster infinita a la que damos vueltas y más vueltas sin pensar que lo único que nos sacará de ella, es pararnos, ese resignarnos a la vida cuando lo mejor de la vida es vivirla…
Así es como estamos y como nos sentimos tantas veces, así es como hacemos que vivimos perdiéndonos en tantas ocasiones la vida. En esa lucha constante contra nosotros, entre lo que queremos y entre lo que tiene que ser, lo que debe ser, lo que se espera de nosotros… creyéndonos que vivimos mientras nos morimos por dentro.
Mark Twain dijo: “Los dos días más importantes de tu vida es el día en que naces y el día en que descubres por qué.” Y hay mucha verdad en esa frase, estamos tan preocupados en el cómo que se nos olvida el por qué. Por eso, merece la pena estar abiertos a todo, no conformarnos, seguir creyendo, confiar, no perder detalle de lo que pasa a nuestro alrededor y no pensar que solo hay un tren, sino que pasan muchos y a muchas horas. Mirar con los ojos de un niño, no dejar de sorprendernos y disfrutar sin culpa.
Puede que no sepamos ni qué, ni cuándo, ni cómo, ni dónde, ni con quién… pero cuando llegue, sabremos por qué. Les animo a que siempre estén atentos, a que sean agradecidos, a que no pierdan las ganas, a que no se resignen… y les deseo que siempre encuentren los motivos porque nunca es tarde cuando te espera la vida.
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