Un día con otro y una columna con otra ya son 200. Doscientos días asomándome a esta ventana de libertad, que en los tiempos que corren de cancelación y autocensuras es muy de agradecer…
Lo que empezó siendo un desahogo ese 16 de octubre del inolvidable 2020 cuando “de repente… todo se paró” se convirtió en una columna diaria que iba para quince días y duró casi cien. Días en los que cerraba cada columna con ese “cuando esto pase…” y que más tarde tomaron forma de libro cambiando en cierta medida mi vida porque lo mío pasó a ser parte de ustedes y ustedes pasaron a formar parte de mí, una sensación emocionante e indescriptible.
Y continuó, hablando de actualidad, de anhelos, de esperanza, también de desesperanza en alguna ocasión, de certezas, de incertidumbres… con algún llanto que otro por culpa de ciertas tragedias sin olvidar las risas con un punto de ironía; escribiendo de sentimientos, de personas, de sueños, de realidades; de los que mandan, de los que quieren llegar a hacerlo, de decisiones imposibles, de mentiras, de hartazgo, de unos, de otros, incluso de mí.
Para muchos escribir opinión es exponerte, pero a mí no se me ocurre mejor manera de sanar y de crecer profesional y también personalmente. Poner palabras a lo que pasa y a los pensamientos no siempre es fácil y mucho menos a los sentimientos pero, les aseguro, que no hay nada más gratificante y más, cuando no solo es tu pensamiento ni tu sentimiento sino cuando descubres que es el de muchas de las personas que te leen, entonces es cuando te quedas sin palabras.
Quizás no se trata de buscar palabras porque la que mejor expresa ese sentimiento es una que ya tenemos aunque no la utilicemos lo suficiente: GRACIAS. Estoy y estaré eternamente agradecida a este diario que me permite ser yo y lo más importante, ser libre y por supuesto a los lectores, los que de verdad dan sentido a lo que escribo. A los que les gusto, a los que les molesto, a quienes tan generosamente dedican su tiempo a dejarme un comentario; a los que comparten, los que me animan, los que me previenen; a los que me aman y también, a los que no tanto…
Gracias por estar. Gracias por permitirme seguir sumando días, columnas, lectores y supongo que detractores… Gracias por haberme traído hasta aquí y seguir formando parte del camino.
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