Llevamos dos días de septiembre y es como si un agosto no hubiera pasado por nosotros… ¿Dónde quedaron esos veranos cuando no pasaba nada? Cuando solo se hablaba de vacaciones, de playas, de fiestas, de verbenas, de paellas, de alguna clavada de chiringuito y poco más… Este verano no nos ha dado mucho respiro después de precios imposibles, temperaturas asfixiantes, con una guerra que no cesa y los incendios que han arrasado nuestro país y unos políticos que no han ayudado mucho a sofocar nada en general.
Septiembre empezaba con la vuelta al cole y ahora en julio ya estamos con la campaña de reserva libros, ya no volvemos al trabajo porque parece que no nos vamos del todo… ese mes que comenzaba con las buenas intenciones y con los propósitos y ahora es como si nos pasáramos buscando ese propósito todo el año. Septiembre era el mes de la vuelta ciclista a España y de comienzo de la liga y ahora ni siquiera en agosto podemos desconectar del fútbol.
Dicen que está de moda la nostalgia y es que puede que necesitamos idealizar esos tiempos en los que nos creíamos felices… Las conversaciones están monopolizadas por los precios, la crisis, la inflación, el euribor y otros términos imposibles que, aunque casi no entendemos, sabemos que no significan nada bueno; y el miedo a lo que viene con esa desazón por la certeza de que todo es incierto…
Parece que se avecina un otoño no muy esperanzador pero no por eso tenemos que perder la esperanza porque eso supondría simplemente sobrevivir y ya sabemos que llevamos dos años gritándonos lo importante que es vivir. Empezamos mes, ejercicio, curso y todo lo que nos toque comenzar mientras, de vez en cuando, miramos la galería del móvil para perdernos en esas playas, en esos mares, en esos montes, en esas ciudades y en esos momentos donde reímos, donde disfrutamos, donde amamos, donde fuimos felices… porque volver siempre es bueno para continuar.
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