¡Empezamos semana! ¡Vamos a ver qué nos depara! Entre moción de censura, propuestas de reforma, propuestas de contrarreforma y alguna que otra cosa que se le ocurrirá a los habitantes del Congreso y del Senado, esos a los que nosotros pusimos ahí y que no dejan de defraudarnos y de abochornarnos, que puede que no fuera nuestra intención cuando los votamos, pero demasiadas veces la realidad supera a la ficción, incluso a las buenas intenciones.
Y da igual que se multipliquen los contagios, da igual que sean cada vez más las familias sin ingresos y sin recursos, da igual que los negocios cierren, da igual que cada día más empresas vayan a la quiebra, da igual que la crisis sanitaria, social y económica se agrave cada día. Ellos bastante tienen con insultarse, con lograr el aplauso de los suyos y con conseguir el abucheo de los otros y además no dejan de sorprendernos. Tanto que la semana pasada se propusieron enterrar a Montesquieu, se ve que cuando se tiene el poder sobra la separación de poderes. O eso o que le han cogido el gusto a lo de enterrar y desenterrar… ¡Lamentable! Además de muy ¡Peligroso!
Claro que puede que todo tenga su explicación, viendo el desfile de sus señorías y sus partidos por los tribunales, igual sí es una prioridad lo de la reforma del Consejo General del Poder Judicial y ese interés porque la Fiscalía General del Estado tenga de quién depender… Ya se me hace difícil ver sentados en los escaños a quienes durante muchísimos años estuvieron detrás de nuestras nucas, pues ahora también, podrán elegir a sus jueces. Menos mal que Ahí está Europa sin quitarnos ojo. Parece que en Bruselas esto de politizar la justicia no termina de convencer…
Pero claro, son demasiados altos repartiéndose sillones y ya lo tienen tan asumido unos y otros que no se esfuerzan ni en disimular. ¡En fin, ya veremos en qué queda todo esto!
Y entre tanto, después de afirmar una y otra vez que “este Gobierno no subirá los impuestos a las clases medias”, seguimos pagando el 21% de iva en las mascarillas y se avecina una subida de impuestos, entre ellos, a las bebidas azucaradas -de un 10% al 21%-, y nuevos impuestos como el de los envases de plástico de un solo uso y la famosa “tasa Google” y “tasa Tobin”, además de la subida del precio del diésel. Impuestos que por mucho que nos repitan eso de que sólo afectarán a “las grandes empresas” y a “las grandes fortunas”, que posiblemente no sepan ni cuánto cuesta un refresco, si afectarán directamente a las clases medias. Así que no tengo otro remedio que pensar, quién pagará la fiesta, como diría el Profesor Rodríguez Braun “lo pagará usted, señora”.
Esther Ruiz
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